El Mundo de Sofia by Jostein Gaarder

El Mundo de Sofia by Jostein Gaarder

autor:Jostein Gaarder
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: Filosofía, Política
editor: eBooks Xibalba
publicado: 2016-06-16T06:00:00+00:00


Locke

… tan vacía y falta de contenido como la pizarra antes de entrar el profesor en la clase…

Sofía llegó a casa a las ocho y media, hora y media después de lo acordado, que en realidad no había sido ningún acuerdo; simplemente se había saltado la comida y dejado una nota a su madre diciendo que volvería a las siete como muy tarde.

—Así no podemos seguir, Sofía. He tenido que llamar a Información para preguntar si había algún Alberto en el casco viejo. Se rieron de mí.

—No fue fácil librarse. Creo que estamos a punto de resolver un gran misterio.

—¡Tonterías!

—No, es verdad.

—¿Le invitaste a la fiesta del jardín?

—Ah no, se me olvidó.

—Pues ahora te exijo que me lo presentes. Mañana mismo. No es sano para una chica joven verse tanto con un señor mayor.

—No tienes ninguna razón para tener miedo de Alberto. Quizás sea peor el padre de Hilde.

—¿Quién es Hilde?

—La hija de ese que está en el Líbano. Creo que es un verdadero granuja. Tal vez controle el mundo entero…

—Si no me presentas inmediatamente a ese Alberto, te prohíbo que lo vuelvas a ver. No estaré segura hasta no haber visto su aspecto.

De repente, a Sofía se le ocurrió una idea. Subió corriendo a su habitación.

—¿Pero qué te pasa? —gritó la madre por la escalera.

Sofía volvió enseguida al salón.

—Ahora mismo vas a ver qué aspecto tiene. Y entonces espero que me dejes en paz.

Y con una cinta de vídeo en la mano, se acercó al televisor.

—¿Te ha dado una cinta de vídeo?

—De Atenas…

Las imágenes de la Acrópolis comenzaron a aparecer en la pantalla. La madre se sentó, muda de asombro cuando Alberto apareció en la pantalla y comenzó a dirigirse directamente a Sofía.

Sofía también se fijó en algo que ya tenía olvidado. En la Acrópolis había muchísima gente de diversas agencias de viajes. En medio de uno de los grupos se veía un pequeño cartel en el que ponía «HILDE»…

Alberto prosiguió su paseo por la Acrópolis. Luego bajó por la parte de la entrada y se colocó en el monte del Areópago, desde donde San Pablo había hablado a los atenienses. Continuó hablando a Sofía desde la antigua plaza.

La madre seguía sentada comentando el vídeo con frases entrecortadas.

—Increíble… ¿ése es Alberto? De él viene lo de ese conejo… Bueno… pues sí, realmente te está hablando a ti, Sofía. Yo no sabía que San Pablo hubiera estado en Atenas…

El vídeo se estaba aproximando al punto en el que la antigua Atenas renace de repente de las ruinas. Sofía se apresuró a parar la cinta en el último momento. Ya le había presentado a su madre a Alberto, no haría falta presentarle también a Platón.

Se hizo un silencio total en el salón.

—¿No te parece un tío bastante majo? —preguntó Sofía en broma.

—Pero tiene que ser una persona extraña para dejarse filmar en Atenas sólo con el fin de enviar la película a una muchacha que apenas conoce. ¿Cuándo estuvo en Atenas?

—Ni idea.

—Y también hay algo más…

—¿Qué?

—Se parece muchísimo a ese mayor que vivió algunos años en aquella cabaña del bosque.



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